Aqui os reproducimos la reseña que el diario Sur sobre la conferencia «Carácter, pareja y familia» que Carlos Odriozola ofreció el día 12 de mayo en el CAC de Málaga.
Odriozola: «Elegimos pareja a partir de nuestro carácter, no del enamoramiento»
Es un criterio mayoritariamente extendido ése que dicta que los seres humanos no vienen con un libro de instrucciones incorporado. Y es cierto. Pero esta tesis también oculta parte de otra realidad que a menudo se nos escapa: el catálogo de las piezas para que todo termine de encajar «está en nosotros mismos». Ni en la familia, ni en los amigos, ni en los hijos… ni muchísimo menos en la pareja. «Nosotros somos los que tenemos la clave, porque la pareja no es un fin en sí mismo, sino un medio para encontrarnos con nuestro propio yo». En esta tarea, Carlos Odriozola, psicólogo y docente del Centro de Piscología Humanista de Málaga, tiene mucho que compartir y, por lo tanto, que ayudar. Tanto que el anuncio de su conferencia ‘Carácter, pareja y familia’, celebrada en el CAC Málaga en el marco del Aula de Cultura de SUR y presentada por la jefa de Cultura de SUR, María Eugenia Merelo, desbordó las previsiones más optimistas y el enorme salón de actos del centro resultó pequeño para el medio centenar largo de personas que se quedó fuera.
En el interior, el profesional desplegó todo ese espléndido catálogo de recursos propios que determina la forma de ser (y de estar) con el otro. Y en ese sentido, decidir con qué pareja compartimos la vida juega un aspecto fundamental: «Cuando elegimos pensamos que es fruto del enamoramiento, pero no es así, la decisión está condicionada por nuestro propio carácter», indicó Odriozola, que extendió esa certeza no sólo al ámbito estrictamente sentimental, sino también a la relación con los hijos o con los padres.
A su juicio, «todos nacemos con la capacidad original de ser completos, pero crecer significa renunciar y parte de esas cosas van quedando en el cuarto oscuro del corazón». Esta lucha entre lo que realmente somos y «lo que escondemos porque no es lo que se espera de nosotros», termina por forjar el carácter propio y, por lo tanto, influye a la hora de buscar en el otro «lo que nos falta a nosotros mismos». Este «anhelo de recuperar la totalidad perdida» entra en conflicto, además, con esas «heridas emocionales que vamos arrastrando y que crean en nosotros un sentimiento enorme de vulnerabilidad» y, por tanto, de inseguridad. Odriozola achaca este déficit a una especie de chantaje emocional que siempre añade al ‘te quiero’ un ‘si…’. «Si haces esto, o si piensas así… y eso genera mucho pánico en nosotros».
Junto a la tesis del libro de instrucciones, existe otra no menos compartida sobre la duración y el efecto del enamoramiento. El especialista también la comparte, y además la enriquece con cierta concesión al humor, muy presente en buena parte de la charla: «El enamoramiento podría asimilarse a un estado de enajenación mental transitoria que dura entre dos años y dos años y medio», observó. Y es en este tránsito del juego de hormonas a ese ‘algo más’ de la pareja estable donde surge el conflicto. «Las quejas, los reproches y la lucha por el poder no tardan en aparecer», lamentó el psicólogo, que a cambio propuso el (sano) ejercicio de identificar los errores que empañan las relaciones para luchar contra ellos. A cada problema, Odriozola sugiere una solución: «El primer error es la idealización del otro, de modo que cuando el enamoramiento se acaba se pasa al desencanto. A cambio, habría que humanizar a la pareja, y para eso es fundamental conocerse a uno mismo».
De la felicidad y sus ‘llaves’ también sabe mucho el epecialista, que admitió llevarse las manos a la cabeza cuando escucha frases del tipo: «Mi pareja tiene la llave de mi felicidad». «¡Eso es aberrante!», alertó Odriozola, que insistió en que «la única persona capaz de identificar mis necesidades soy yo». Una vez conocidas, la pareja podrá avanzar en «el concepto del amor», un asunto que a juicio del especialista también genera mucha confusión, y por tanto, frustración: «El amor no es sólo un sentimiento, es desear y favorecer el desarrollo integral de la otra persona porque en la medida que damos al final también recibimos». Ahí está la clave. «Todos decimos que lo que nos gusta es dar amor, pero al final siempre estamos en posición de recibir», concluyó Odriozola, convencido de que «cuando honras tu relación y la cuidas también estás honrando tu propia autoestima, tu tiempo y tu vida». Y eso no viene en ningún catálogo. Basta con ponerse manos a la obra.
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